El Tigre del Arcángel…

Rafael Caracuel García (El Kubalita), alumno de la Universidad Laboral de principios de los años sesenta, debió terminar la Maestría Industrial en el año 1965. 

Poco después ingresó en la Constructora Nacional de Maquinaria Eléctrica (CENEMESA), más tarde Westhinghouse, en donde se incorporó a la División de Transformadores de Distribución, formando parte de la Oficina Técnica de  Métodos y Tiempos.  

Más tarde y con el cierre de esta planta, pasó a la División de Transformadores de Potencia, en el mismo departamento. No es casualidad, pero precisamente por esas fechas se suministró para la compañía  Sevillana, el transformador más grande jamás fabricado en Europa. (150.000 KVA). Para el transporte de este  transformador, fue necesario apuntalar varios puentes por donde pasó. El amigo Caracuel, con su trabajo, también colaboró a la realización de este proyecto. Coincidió en la fábrica con el también antiguo alumno José Santiago Murillo, (El pavo), hoy, y desde hace bastantes años, presidente de la Federación Cordobesa de Fútbol. (Todo un personaje) 

El amigo Caracuel, era una persona que aunque oriundo de Fernán-Nuñez, se sintió cordobés por los cuatro costados. Córdoba fue su pasión en todos los sentidos. Amaba sus deportes, sus fiestas y sus diversiones.

Fue junto a Abilio Antolín (hijo del Chofer), uno de los fundadores del Club Juventud, (1974), que más tarde sería el Cajasur de Baloncesto. Gran aficionado al fútbol, se le podía ver todos los domingos en el San Eulogio para ver al Deportivo Fray Albino, el simpático equipo de su barrio (Campo de la Verdad), del que llegó a ser su Presidente.

Igualmente era socio fervoroso del Córdoba CF., y todos los domingos de partido era asiduo al Estadio del Arcángel para defender con cariño sus colores. En una ocasión y con motivo del partido Córdoba-Mallorca, una decisión del arbitro Sr. Rigo, dio lugar para que un tanto  “cabreado”, saltara al campo y le diera al citado arbitro con un transistor en la cabeza. La forma en que se produjo el incidente,  y con la rapidez que se esfumó, fué página al día siguiente en el periódico Córdoba, con el titulo: EL TIGRE DEL ARCANGEL.

El nunca se alegró de este incidente, porque cuando el estaba sereno era un hombre de carácter pacifico y humano. Era muy claro en sus planteamientos y siempre defendía lo que él interpretaba era la verdad. Si te daba una mano era mejor que cualquier firma. Era amigo leal de sus amigos.

Nunca se escondía ante los problemas y prueba de ello es, que cuando a todo el mundo aguantaba las asambleas a mano alzada, el luchaba junto a unos pocos, por el voto libre y secreto. Se decía aficionado al Zaragoza, pero quien le conocía bien sabía que su debilidad era el Atlético de Madrid.

En su vida personal, su mujer Margarita, una mujer maravillosa  que luchó continuamente para que se adaptara a la vida de casado, pero él creyó que estaba eternamente soltero. Aficionado al juego en todas sus facetas, y especialmente gran jugador de cartas. La noche era su medio natural.  Más de una vez se fue de la fiesta al trabajo, en donde esperaba en el aparcamiento y dentro del coche, a que fuera la hora de entrada. A pesar de todos los pesares tuvo muy poco absentismo durante su vida laboral.

Cuando ya estaba en el umbral del cambio, cuando uno se da  cuenta de que se tiene que entregar de lleno a su familia, una terrible enfermedad, se lo llevó a los 59 años de edad.

Toda su enorme inteligencia la empleo para saber adaptarse a la vida que le tocó vivir. En el trabajo se limitaba a cumplir con suficiencia, y todo su candor lo dedicó al mundo de sus pasiones: Su Córdoba, sus deportes y su sentido de la lealtad. Al final le faltó tiempo. Bien que lo lamentó.

Lo conocí plenamente por razones de trabajo, y obviamente hube de tratarlo muchas veces, y además coincidíamos bastantes veces en el popular bar El Quijote, donde él tenía su “despacho”. Ya tocado por el mal irreversible que le afectaba, me confesó que sin dejar de amar a su Córdoba, tenía que haberse dedicado más a su maravillosa familia. Hoy podría tener 61 años.

                                                                                        M. Estévez