Querido compañero laboral.
Soy Juan Ortega Moya, de la promoción de Bachillerato de 1972. No llegué a conocerte pues tú entraste cuando yo salí, pero es evidente que compartimos el espíritu de los laborales.
Veo muy meritorio el empeño que te has tomado en diseñar y mantener una página web que sirva de encuentro a todos los que compartimos lugares, profesores, enseñanzas, esfuerzos, etc. en la Universidad Laboral de Córdoba. ¡Ánimo, y que no decaiga!.
Toda mi vida profesional la he desarrollado como profesor de Matemáticas. Desde muy joven quise ser profesor, y lo estoy siendo. Pero he de confesarte que mi orgullo de ser profesor, después de más de treinta años de trabajo, también me produce una profunda tristeza.
El paso por la laboral fue nuestro gran reto. Era como un gran túnel del que sabíamos que saldríamos porque nos habían mostrado la luz que había al final y porque nos estaban dando los mejores recursos para conseguirlo. ¡Y lo conseguimos!. Alguno pudo quedarse, pero seguro que supo aprovechar esos talentos para otra empresa.
Mi tristeza surge mezclada con la emoción cuando recuerdo aquellos maravillosos lugares que llenaron de ilusión y de orgullo toda mi juventud. Mi tristeza surge porque los dejaron yermos del espíritu laboral. No pude evitar las lágrimas una vez que los visité, ya hace más de veinte años. Los antiguos talleres estaban desmantelados, sus cristales rotos, las pistas de deportes habían sido invadidas por las malezas, los colegios y su entorno se veían deteriorados,...Yo me sentí en aquel momento exactamente igual que el lugar que estaba contemplando. Me preguntaba (y aún me lo sigo preguntando): ¿por qué se ha abandonado el espíritu laboral?.
Después del bachillerato continué mis estudios en la Universidad de Granada, pero cuando llegué a ella yo ya estaba forjado.
No hay duda de que en la Universidad Laboral nos dieron algo que nos hizo HOMBRES, en el sentido más completo de la palabra.
Yo creo que fue el ESFUERZO que extrajeron de nosotros. Había en juego todo un sistema de medios humanos y materiales con el único objetivo de movilizar la voluntad y la mente de nuestra juventud.
Todos, absolutamente todos, trabajábamos convencidos de que nuestro esfuerzo tenía una valiosa recompensa.
La dedicación a la enseñanza me ha permitido reconocer que todos los que nos formamos en las universidades laborales tuvimos la oportunidad de valorar la importancia del esfuerzo y la disciplina. Es posible que admita discusión mi parecer si se consideran algunos aditivos circunstanciales, pero la obra se coronó con nuestro ESFUERZO.
Pasados los años, trato día a día con mis alumnos/as jóvenes y, al par que su juventud y su frescura alegran mi vocación de docente, me entristece ver que se desenvuelven en un sistema que no valora el ESFUERZO y la DISCIPLINA escolares, al menos en la forma con la que nosotros lo vivimos en la Universidad Laboral.
El sistema político-social actual es muy distinto del que nosotros tuvimos en nuestros años de estudiantes. Pienso que mejor. Sin embargo, la enseñanza que yo vivo a diario tiene un componente ASISTENCIAL a todos los niveles que está superando con creces a los aspectos FORMATIVOS. Digamos que lo material prevalece sobre lo intelectual, que lo DOMÉSTICO importa más que las IDEAS.
En mi opinión es un sistema de cortas miras. Se preocupa más porque los padres estén satisfechos que por aquello que se está enseñando a sus hijos. Realmente, lo que se enseñe o se deje de enseñar, al igual que lo que se aprenda o se deje de aprender, es una cuestión secundaria.
Por ello, como te decía, me siento bastante triste porque quizá se esté desperdiciando esa savia joven que a la larga es capaz de mover toda una vida.
Cabe la posibilidad de que "el espíritu de la laboral" sea sólo una singularidad existencial y que todos los que lo llevamos dentro seamos una especie de personas algo raras.
Aún así, yo me ratifico como GALILEO, el "espíritu de la laboral" existe y nosotros somos sus criaturas.
Y si el tiempo no lo impide...........se tendrá que recuperar.
Un abrazo:
Juan Ortega Moya
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