Felicito a Pacheco Reyes porque la pieza literaria, y crónica, que he descubierto hoy en esta página, me parece excelente, no estoy habituado a leer artículos que se introduzcan en el mundo de los toros, pero diría en mi ignorancia que el lenguaje no puede ser más puro, ni el estilo más depurado. Hago además extensiva la enhorabuena a los autores de los dos comentarios que le acompañan, sobre todo porque enriquecen el mismo punto de vista, resultando oportunos. Sin embargo reconozco no terminar de entenderlo bien, y ello porque solamente creo importante decantarse por dos actitudes:
La que propugna la desaparición de los toros, o la que se opone a ello.
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“La fiesta nacional no es la causa de la decadencia española, sino uno de sus síntomas; ya es motivo suficiente para hacerla odiosa” |
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Para quien como yo, no sabe de un arte que tiene más de carnicería que de virtud estética y delicadeza espiritual, la crítica me parece muy corta. Me alineo con la posición radical e insobornable de Manuel Vicent cuando asegura haciéndonos pensar muy seriamente:
“La fiesta nacional no es la causa de la decadencia española, sino uno de sus síntomas; ya es motivo suficiente para hacerla odiosa”.
Que a la ancestral tortura de un animal hasta su aniquilación, se le llame cultura en el sentido que el término tiene de positivo, es tan chirriante como llamárselo al maltrato a las mujeres, o el ocultamiento de los minusválidos en inhóspitas cuevas hasta su muerte, cuando se decía que eran hijos del diablo. Las tres costumbres son tan ancestrales como salvajes, repugnan a la sensibilidad del hombre moderno, y fueron practicadas por muchos patriotas. Por muchos. En la misma categoría de oxidación o enmohecimiento irrecuperable, hablaría yo de expresiones del mundo taurino como, “ha entrado a matar como Dios manda”, de talla moral insignificante y absolutamente laxa, que rechazaría el ateo, el agnóstico, y el creyente.
Por último, y permitidme la brevedad, hagamos una reflexión breve que no hace tanto tiempo escuché a un actor de teatro. Al protagonista de la corrida de toros se le llama torero… diestro… burlador… maestro… espada… y, MATADOR. Un feo nombre, muy feo… con lo bonito que es SANADOR.
Mariano Martín S.E.