Fernando Labajos Briones: Buen día, Santiago, querido maestro Gago, o Padre Gago, como le siguen llamando. Viendo su fenomenal aspecto, podría decirle, “!!!buen día, joven¡¡¡” como nos saludaba usted al entrar en clase. Es todo un gozo…
Santiago Pérez Gago: ¡¡¡FIESTA, FERNANDO, FIESTA¡¡¡, como te digo siempre que conectamos, más que por la labiodental fricativa sorda /F/ de las iniciales Fernando y Fiesta, por los TRES MILAGROSque tú has hecho en Esthética Originaria. Y que nunca puedo ni quiero olvidar.
F.L.B.: Gracias, gracias por estas conmovedoras palabras.
Como es sabido, he trabajado mucho sobre su obra y semblanza, hemos conversado muchas horas…, años…, pero tal vez nunca le haya hecho, así tan directamente, ninguna pregunta. Obedezco hoy al estilo periodístico, y le pido disculpas, porque bien sé que usted es, de algún modo, reacio al carácter inquisitivo de la pregunta. Hasta el punto de considerarlas esencialmente insolentes. Podría comenzar aclarándonos esto.
S.P.G.: Toda pregunta es, en efecto, insolente y petulante; sacrílega y profanadora. La pregunta acaba siempre en ob-je-to. Y el ob-je-to, en Esthética Originaria, siempre es un diferido. Es di-gi-tal. Nace muerto. Es la radical diferencia con la admiración (¡), que acaba siempre en sujeto.
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Y aquí estamos hoy,
con el hombre, con el dominico;
con el órphico. Con este mirlo
blanco de la filosofía. Apasionado
por la luz, y escéptico de las formas. |