Hubo tiempo en la televisión en el que unos guiñoles de cierto canal privado daban en abierto las noticias con sentido del humor, un sentido de uso bastante restringido en estos tiempos. Aquellos muñecos de goma estaban tan visualmente acreditados que parecían los personajes verdaderos a los que imitaban.
Ahora, no sé si por la crisis, estamos más predispuestos a enfadarnos que a aceptar con sentido del humor tanto la vida real como la virtual. Y aunque es sabido que entre los franceses y nosotros siempre hubo más que pirineos de simpatías mutuas, nuestro patriotero personal se ha puesto de uñas por mor de unos guiñoles de la televisión francesa insinuando que nuestros envidiados deportistas de élite se dopan.
Yo no diré que lleven razón los franchutes, sólo que no tenemos una ley antidopaje que sea lo suficientemente rigurosa para evitar tantas suspicacias y recelos fuera de nuestras fronteras.