
En   1894, el Capitán Alfred Dreyfus del ejército francés es acusado      de   espionaje por un tribunal militar francés, sentenciado a prisión        perpetua y enviado a la 
île du Diable en la Guyana Francesa. La   única evidencia en su contra es un      trozo de papel manuscrito   dirigido al mayor Max von Schwartzkoppen      –agregado militar alemán   en París– encontrado en un tacho de basura      y cuya caligrafía apenas   se asemeja a la de Dreyfus. Durante el      juicio público, la   muchedumbre, incitada por la prensa anti-semita,      hostiga a Dreyfus   con gritos e insultos.
                                      
                  

 El Caso Dreyfus dividió a la sociedad francesa. Por un lado el        gobierno derechista, el ejército nacionalista, la Iglesia Católica        y los partidos conservadores, que unieron fuerzas en el bando        anti-Dreyfus (con grandes características anti-semitas), por el        otro las fuerzas progresistas –republicanos, socialista y   anticlericales–      liderados por Émile Zola y 
Jean Jaurès entre otros,   que hicieron      suyas la lucha por los derechos humanos en la   República.                    
                  
                  En   1896 se descubre evidencia que implica a 
Ferdinand Walsin Esterhazy        como el autor del espionaje. A pesar de un intento militar por        suprimir la evidencia, Esterhazy es juzgado en 1898, aunque el        tribunal militar lo absuelve en un juicio que dura apenas unos        minutos. Émile Zola escribe entonces una carta abierta, 
J'accuse,   acusando a los jueces de complicidad. Zola es sentenciado a      la   cárcel por injurias, pero logra escapar a Inglaterra. 

Ese mismo      año   se hace público que gran parte de la evidencia en contra de        Dreyfus fue falsificada por el Coronel Henry. Luego del suicidio      de   éste último, y la fuga de Esterhazy a Inglaterra, la condena      a   Dreyfus se hace insostenible. El caso se reabre en 1899, pero      la   soberbia de la corte militar le impide aceptar la realidad,      y   vuelve a encontrar a Dreyfus culpable, sentenciándolo esta vez      a   diez años de prisión. Sin embargo la situación política francesa      ha   cambiado, y el Presidente Émile Loubet se ve obligado a otorgarle        el perdón.                    
                  
                  En 1902 la muerte encuentra finalmente a Emile Zola en   su patria, en sus exequias resuena el reconocimiento de Francia. En su   entierro, en representación de sus amigos, 
Anatole France, quien   recibirá el Premio Nobel de Literatura en 1921, pronuncia un emotivo   discurso. La indoblegable lucha tras la verdad y la justicia de Zola en   defensa de Alfred Dreyfus le han valido los mayores ultrajes 'que hayan   producido jamás la estupidez, la ignorancia y la maldad' por lo cual   será recordado por muchos como un monumento de la conciencia humana.
                  Como   escritor la grandeza de su obra solo será comparada con la de Tolstoi,   abarcando tanto la novela como la critica, el teatro y la política,   legando entre sus principales obras Germinal, Tres Ciudades, La Bestia   humana y los Cuatro Evangelios.
                  Emile Zola sin embargo no ha podido   ver consumada la justicia en el caso. En 1906 la Corte de Apelaciones   exhonera a Dreyfus, reintegrándolo al ejército con restitución del grado   y honores militares.
                  y en 1930 su inocencia queda definitivamente afirmada con la publicación      de los documentos de Schwartzkoppen