A las 10,45 de esta mañana he dejado al Padre Cirilo encarando esa fila de pasajeros que siempre se forma, y serpentea, organizada palos con cintas, antes de llegar al control de seguridad que hay que sortear para poder acceder a las puertas de embarque de la T4 del aeropuerto de Barajas. El tenía asignada la puerta U, que era la que le llevaría a tomar ese avión que le trasladaría a Miami, lugar éste donde estará unos días hasta que, desde allí, parta en otro vuelo hacia La Habana y posteriormente, con los medios de transporte de su Parroquia, viajar a Trinidad. Iba cargado con un equipaje de mano que se me hacía engorroso de manejar, para una persona de su edad, por excedido en tamaño y en peso (me dice que es tanta la falta que hay que es mucho lo que hay que llevar)
Parecía cansado pero animado, me comenta que está francamente deseoso de volver a su tarea y al día a día de su Parroquia. Posteriormente, a las 12,15 me ha llamado desde el avión para decirme: he tenido que desprenderme de algunas cosas de aseo y ¡qué alegría, por fin ya estoy sentado en mi asiento!
Me ha dicho que le han llamado para despedirse mucha gente, de hecho el teléfono no ha dejado de sonar todo el tiempo que hemos estado juntos esta mañana, me ha dado los nombre de: Limonche, Paniagua, Gordillo, mi hermano Eugenio, Camacho, Regino y otros que no recuerdo. También me dice que lamenta si alguien lo ha intentado y no lo ha conseguido, pero tenía el buzón lleno y ayer por la tarde estaba realmente cansado. Es por lo que en un papel ha escrito la siguiente despedida para todos nosotros, sus alumnos de la Laboral.
Un abrazo para todos:
A mis alumnos de la Laboral en mi retorno a Cuba.
Ha sido un encuentro y una experiencia muy gratificante. Yo sigo en la lucha y siempre cerca del pueblo y de las personas. Por eso me siento tan feliz de haberos encontrado después de 44 años.
Un abrazo para todos y mi Bendición.