Juan Antonio, te reitero los mismos deseos de felicidad y suerte para las fiestas que anuncian el renacimiento del Sol, o cualquier otra miscelanea religiosa o laica, ancestral o postmoderna, mientras la vuelta de la tierra alrededor del astro rey sea el origen del ciclo que experimenta la naturaleza de nuestro planeta en las cuatro estaciones.
La fiesta ya era vieja en el primer año de la era cristiana, como lo eran otros mitos y otras fiestas que pareciendo modernos son antiquísimos, tan viejos como la tos.
No hay nada nuevo bajo el Sol, nada nuevo en este encantador homenaje anual a la vida, nada nuevo en los deseos de fraternidad entre los hombres que nunca hemos visto cumplidos. ¡Nunca! Ni tampoco será nuevo el fin del mundo para centenares de miles de seres humanos, el día 21 de Diciembre que anuncia el calendario maya, y al que haces referencia; cada día es el fin del mundo para un número semejante hombres y mujeres, porque una ley implacable quiere que si nada muere nada pueda nacer.
Dicho esto, claro que deseo fervientemente, de corazón, a mis excompañeros laborales un presente y un futuro mejor... ¡Mucho mejor!. Mariano Martín Sánchez-Escalonilla.