Bueno, hoy comienzo unos días más ligeros de ocupaciones y es posible que escriba algo.
Reciban todos mis felicitaciones de fin de año. Lo de la Navidad es otro asunto.
En realidad para nosotros, la navidad las celebramos en el regreso de la superllena de octubre, esa gran inundación que se llevó todo. Renacemos de nuestro polvo fino encontrado en las casas y en el fondo de nuestro ser. Ahí hemos encontrado la navidad, el nacimiento a una creatura nueva desprendida de todo, incluso del yo mismo.
Bueno, esto es una forma optimista de ver la realidad que nos afecta. Porque otras gentes están perdidas, sin horizonte, como enlodadas todavía con las mil y una ofertas que nos hacen quienes buscan negocios económicos para ellos. O perdidas en la nada del no saber qué hacer en el minuto siguiente. Y el Bajo Lempa nuestro perdido para siempre.
Quedan restos de una esperanza de vivir unidos, solidarios, organizados, con un camino abierto hacia la vida para todos/todas. Hoy el Bajo Lempa está roto en pedazos. Hay quien financia para que esto suceda así. Hay quien ha perdido sus horizontes desde niño.
Hay una ausencia de mística que llevó a poblaciones enteras a entregar lo mejor de sí mismas para una causa común que beneficiara a las mayorías pobres. Eso es tiempo pasado, de cuando la guerra o antes. La generación de los hijos de la posguerra ya no saben de qué se habla cuando alguien se refiere a estos asuntos. Claro, esto es en términos generales, pues existen núcleos firmes en las convicciones más puras y humanas de siempre.
Pero sí, encuentro un Bajo Lempa diferente este año, aunque sigamos con posadas y pastorelas .y en Nueva Esperanza con anuncio, nacimiento y teatro navideño además-. Aunque se sigan reventando cohetillos de pólvora -este año en menos cantidad que otros años-. Aunque las cenas familiares sigan celebrándose y sean un rito antropológico de primera magnitud también en estos ambientes campesinos pobres. Algo ha cambiado, está cambiando en el Bajo Lempa. Algo profundo, claro. Eso quiere decir que algo está cambiando en El Salvador y en nuestra sociedad centroamericana también. Y en el ser nuestro de cada día, en el personal, en el familiar y en el comunitario.
Y aquí estamos, aquí permanecemos. En mi caso poniendo en las manos de nuestro buen Dios el horizonte en el que nos movemos y, más que nada, el mío personal. Es un momento ideal para la oración. La oración personal. La que es verdadera. Y la comunitaria, si es que alguien comparte estos milagros de la vida interior verdadera.

Angel AQ

Estancia en la Universidad Laboral de Córdoba desde 1965 hasta 1970. Empecé en el Colegio San Rafael, con el P. Zabalza de Director y el P. Cirilo de Educador, después pasé al Colegio Gran Capitán, con el P. Roces de Director, finalmente, estuve en San Alberto, otra vez con el P. Zabalza de Director, pero mucho más relajado que en su época de San Rafael.
Durante mi estancia en Córdoba pertenecí al equipo infantil de Atletismo, con Pascua Piqueras (¡quién lo iba decir...) y también a la Tuna (bueno, nadie es perfecto).
Cuando dejé Córdoba, fui a Alcalá de Henares donde hice Ingeniería Técnica de Telecomunicación y ya más tarde, una vez terminada la mili, empezado a trabajar y casado hice Ingeniería de Telecomunicación.
Desde el año 1975 trabajo en lo que hoy es Indra y que inicialmente empezó siendo CECSA.