UN ABRAZO PARA PACO
Querido Paco Díaz “Mingo”-rance:
“Sosiega un poco; siéntate; las gradas de este humilladero, aquí fuera de la ciudad, pueden servirnos de asiento durante un momento. Has corrido mucho por campos y ciudades y todavía no te sientes cansado. Tu vida es tumultuosa y agitada; quien te vea por primera vez sin conocerte, dirá sin equivocarse cómo eres, cuál es tu espíritu, lo que deseas y lo que amas”.
No sé si a ti tabién te tocó aprenderte este texto de Azorín, pero tantas veces he querido ver en la Plaza del Mirador de San Nicolás, allí en el centro de la misma, sentados en las gradas de la cruz que la preside, frente a la Alhambra, charlando de aquellos tiempos. Conversando de nuestras añoranzas, de nuestros recuerdos.
Todos los que te conocemos, -o te hemos conocido en aquellos años de mocedad-, y los que en este 2011 hemos tenido ocasión de compartir contigo unos momentos en tu querida Granada, sabemos que tu corazón es grande.
En Bodegas Campos durante el Encuentro XL Aniversario San Rafael 71/74, celebrado en Córdoba en Febrero de 2011
No son palabras para adularte o halagarte. Son sentimientos, sencillamente. Aquel cinco de enero, compartimos unos muy agradables momentos por las viejas calles de tu adorada ciudad: Plaza de la Trinidad, Sillería, Pescadería, Capuchinas, Lucena, Provincias, Bibarrambla, Libreros, Oficios. El paseo que nos dimos hasta la Carrera del Darro y llegando hasta el Paseo de Los Tristes fue magnífico. Y tú ofreciéndonos todo tipo de explicaciones y haciéndonos sentir esas calles, el ambiente, y especialmente tu compañía. Compañía, que por cierto me supo a poco. Pero que de todas las formas será inolvidable.
¿Y quien puede borrar de su memoria el buen rato que pasamos picando en el Castañeda? ¡Qué agradables sensaciones!, ¡Qué emocionante! ¡Qué conversación! Muchos nombres pasaron por nuestros labios: fotos, papeles, recuerdos.
Creo que debiéramos buscar otro momento, más pausado, para poder retomar aquella conversación. Y como bien sabes, Paco, mi espíritu viajero me arrastra a volver por tierras granadinas, y quizá en los primeros días del próximo año volvamos a escaparnos hasta la costa de Cabo de Gata, y desde ahí acercarnos hasta tu ciudad. ¡ya se verá!.
Recibe un cordial y muy afectuoso saludo. Un abrazo.
Iñaki Calvo
ELEGÍA A PACO DÍAZ MINGORANCE (EN PROSA)
Paco, mi amigo Paco:
Me pide Santos, tu fiel e inseparable escudero, que te escriba unas líneas, algunos pensamientos. No puedo, te has llevado mis palabras, y has ahogado mis sentimientos. Me has dejado mudo, como se queda el día cuando le roban el aliento.
Aunque mi infancia fuesen recuerdos de una casa de corredores viejos, morada de pobres y humildes obreros; mi juventud fueron cinco gloriosos años asilado entre vuestros sueños; fantasías del mañana y de un porvenir eterno. Gracias os debo por cada minuto que me regalasteis, y por cada momento de consuelo.
Y ahora, quisiera que me concedas el privilegio de abrazar con honda emoción a tus hijos, y a tu “señora”, de la que tengo celos. Quisiera, llorando, con las lágrimas que corren por mis mejillas y empañan mis anhelos, ser por un momento el labriego de esta tierra que ocupas y estercolas en mi alma, camarada, amigo, aliado compañero.
Sobre el hombro te ha llamado una palmada; y has vuelto los ojos locos, y todo lo vivido se ha empozado, como charco de culpa, en tu mirada. Hay golpes en la vida, tan fuertes…¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… Déjame que algún cercano día pueda, vengar tanto sufrimiento.
Temprano ha vuelto a levantar la muerte el vuelo, temprano ha madrugado tu madrugada. ¿No podías haber esperado a que, con la frente despejada y las sienes nevadas, hubiésemos conversado bajo aquella cruz de la plaza de San Nicolás, en el Albaicín, frente a la Alhambra, con el Darro a bañándonos los pies, para que tú me contases cosas de tu Granada?.
Yo también levanto entre mis manos una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes sedienta de catástrofes y hambrienta. Yo también quiero escarbar la tierra con los dientes, y minarla hasta encontrarte, y besarte la noble calavera, y desamordazarte, y regresarte.
Y cada vez que vuelva por las tierras de Boabdil, las tuyas, sé que muchos de mis momentos serán secuestrados por tus recuerdos, y querré, en cada callejuela, en cada esquina, en cada taberna, frente a la catedral, en todo instante, inventarte, y escucharte
Contigo te llevas muchas ambiciones, mucho cariño, muchas ilusiones. Nos dejas muchos recuerdos: grandes, hermosos, espléndidos; y un vacío enorme, tan profundo que no podremos llenarlo ni con la tierra ni con el cielo. Vivirás entre mis papeles y entre mis recuerdos, y cuando lea en los foros que escriben sobre ti, te escribiré, como en otros tiempos, porque todavía tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.
Ya ves, Santos, no alcanzo más que a parafrasear a los grandes poetas Antonio Machado, Miguel Hernández y César Vallejo. No puedo inspirarme, él se ha llevado mis palabras, y me ha dejado mudo, como se queda el día cuando le roban el aliento.